27 de marzo de 2012

DE PETROLERAS Y CHAPAPOTES POLÍTICOS

Con motivo de los recientes acontecimientos en torno a la polémica desatada en torno a la instalación de una plataforma petrolífera frente a las costas de Fuerteventura, redacto mi impresión personal acerca de este asunto

La compañía responsable de iniciar esta serie de hechos es Repsol, cuando el pasado 16 de marzo recibió la aprobación del Gobierno para prospectar a una distancia indefinida entre Fuerteventura y Marruecos (digo indefinida, porque cada medio de comunicación divulga datos distintos). Esta decisión, celebrada por uno[s], y escandalosa para otros, supone, aun independientemente del bando en el que nos posicionemos, la prueba fehaciente del poderío arrollador de las empresas, y la sumisión de las decisiones gubernamentales ante las mismas. Por carente de sentido y escalofriante que pueda parecer, la base del neoliberalismo en el que nos encontramos hoy en día es esta: la libre actuación de las multinacionales en el mercado internacional, con la mínima mediación [o ninguna] del Estado. Es decir, nada más y nada menos que una auténtica nueva Edad Media: el dominio total y absoluto de un organismo (la Iglesia durante el medievo, las empresas multinacionales actualmente), que controla todo y abarca toda manifestación social y cultural.

Pero de eso hablaremos en otra entrada con mayor detalle. Retornando al tema que nos concierne, después de esta resolución (para la cual no se contó absolutamente con nadie: Repsol y el Gobierno, aun sabiendo que gran parte de la opinión pública se posicionaría en contra, y sin tener en cuenta los perjuicios medioambientales, paisajísticos y políticos que causaría), se organizaron movimientos desfavorables, convocándose manifestaciones de protesta en todas las Islas, especialmente en Lanzarote y Fuerteventura.

Paisaje clásico. Charles Sheeler, 1931

Dejando de lado el ya de por sí evidente impacto visual (máxime teniendo en cuenta el contraste entre la general limpidez de las aguas majoreras y la suciedad oxidada de una plataforma), el ecológico está abocado, más que un impacto, a una catástrofe: Repsol tiene el dudoso honor de ostentar un largo historial de derrames, vertidos y demás actos negligentes (recomiendo la visualización de esta web para comprender la magnitud del problema: http://www.elpollourbano.net/es/informes/758-124/1065-el-expediente-negro-de-repsol). Muchos han alegado en su defensa la cantidad de puestos de trabajo que podría crear el establecimiento de esta industria extractiva, argumentando las alarmantes cifras de paro en Canarias. A esto sólo puedo responder afirmando tres cuestiones: la primera, ¿cuántos empleos directos se generarían? ¿200, 300 como mucho? Eso no mejora sustancialmente la situación ni disminuye la cantidad de parados, dado que son puestos temporales y en un lapso de tiempo más o menos corto volverían a engrosar las filas del desempleo. En segundo lugar: es evidente, y esto está demostrado hasta la saciedad, que una multinacional no va a perder dinero contratando a trabajadores con leyes laborales reguladas. En todo caso, nos veríamos nuevamente ante la importación y explotación de mano de obra barata. Y como tercera cuestión: personalmente, estableciendo prioridades, considero que la integridad del entorno es más importante que reducir la tasa de paro, principalmente porque es lo único con lo que nuestros descendientes podrán sobrevivir. De nada les servirá un armatoste oxidado, contaminante e inútil en medio del océano dentro de medio siglo.

Queda en el aire otro punto igual de peliagudo que los demás: el concerniente a la localización de la plataforma. Éstas, junto con las zonas industriales, suelen ser objetivos militares en caso de conflicto, lo cual de por sí ya es inquietante. Si a eso le añadimos la proximidad de un país políticamente inestable como Marruecos, obtenemos un cóctel final bastante peligroso, por la sencilla razón de que Canarias pasaría a convertirse un punto estratégico para cualquier régimen invasor.

Oil Spill 3. Katherine DuBose, 2011

No obstante, pese a que estoy completamente de acuerdo en que la población debe manifestarse para detener este atropello, hay que tener en cuenta los "intereses" de ciertos personajes en mantener una actitud en teoría contraria hacia el mismo. Estoy hablando, nada más y nada menos, que de Paulino Rivero, Coalición Canaria y compañía.

¿Por qué digo esto? Porque, tal y como los televidentes del fin de semana habrán podido comprobar en las noticias regionales (A3 y TV Canaria), las declaraciones de "rechazo" de Rivero a lo concerniente a la plataforma se están difundiendo a bombo y platillo, al igual que las de CC. El asunto, en principio, resulta ya de por sí sospechoso: ¿por qué P. Rivero, un presidente que ha permitido todo tipo de atentandos medioambientales en islas como Tenerife sin que en ningún momento se haya mostrado en contra, rechaza de repente algo que podría procurarle jugosos beneficios? Sencillamente, por varios motivos: el más importante, porque mediante esta actitud de "ecologista de pacotilla" está lavando su imagen a los ojos de sus detractores, con tal descaro que se debe ser, con todos mis respetos, bastante ignorante como para no percatarse de ello. Después, está el hecho de que Soria, su mayor oponente en política [aunque entre ellos sin duda tendrán pactos y acuerdos de negocios] sea el que promociona la construcción de la plataforma; por tanto, posicionándose en su contra y "atacándolo" directamente, cree contribuir a dar la buena apariencia que mencionamos anteriormente. Por último pero no menos importante, tenemos la certeza acerca de los intereses que Rivero posee en Marruecos, que también inducen a sospechar de sus verdaderas intenciones al apoyar la oposición a las actividades petrolíferas en la frontera entre Canarias y el país vecino. Ruego encarecidamente al lector que reflexione acerca de todo esto y extraiga sus propias conclusiones.

Para concluir, he de manifestar mi total repulsa a la decisión promulgada entre Repsol y el Gobierno, que no es más que un títere en manos de la petrolera. También me opongo totalmente a Paulino Rivero, Soria, CC y el resto de la cohorte de lacayos del imperialismo, que no son más que viles carroñeros que se aprovechan de cualquier despojo para ganar votos y satisfacer su infinita sed de codicia. No tengo ningún reparo en decirlo, en teoría nos encontramos en un país donde existe la llamada "libertad de expresión". Claro que también es verdad que en estos tiempos la censura está a la orden del día.

Como epílogo, una última consideración personal: ¿acaso no se encuentra el paisaje de Canarias ya lo bastante vapuleado? ¿Es que a nadie se ha parado a pensar en lo que vamos a legar a nuestros descendientes? Parece que la palabra herencia está asociada de manera exclusiva y excluyente al dinero y las propiedades. Nuestra verdadera herencia será el entorno que entregaremos a nuestros hijos y nietos; un ambiente limpio, en el que la vida humana, animal y vegetal pueda desarrollarse con hedonista comodidad, y donde obtener la felicidad sea tan sencillo como tomar una fruta madura de un árbol, contemplar el saludo o la despedida del apolíneo Sol y respirar el viajero salitre de este hermoso Atlántico que nos rodea.

¡Hasta pronto! ¡Dejen su opinión al respecto!

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