30 de enero de 2012

DE ARTE CONTEMPORÁNEO

Como amante del arte que me considero, no podía dejar pasar más el tiempo sin dedicarle una entrada en este blog. Hoy, analizaremos y trataremos de comprender el auge del arte contemporáneo; no me refiero a las vanguardias cubistas picassianas ni al fauvismo de hace casi un siglo, sino a los movimientos de la actualidad, de hoy en día.

Nota: en ningún momento pretendo que el lector pueda verse condicionado por mis juicios, ni que los simpatizantes de esta tendencia artística se ofendan; trato, sencillamente, de expresar mi opinión acerca de un tema, sobre el que creo conocer lo suficiente como para exponer mi parecer. Animo al internauta a que se adentre en la red, busque información y evalúe por sí mismo este asunto, para después mostrarse favorable o discrepante con el contenido de esta entrada.

Sin duda, una de las firmas más relevantes dentro del mercado del arte es la de Damien Hirst, "artista" según la Wikipedia y la crítica, mero vendedor para mí.
Y es que no es para menos; las tendencias del arte actuales no se debaten en los cafés ni en los ambientes bohemios de antaño por los propios artistas (lo cual es lo más sonrojante), sino que se habla de arte comercial, de los beneficios que se pueden sacar de una firma, y de hacer cálculos para averiguar en cuánto puede valorarse [monetariamente] una obra a corto o medio plazo.
Porque hoy, al igual que casi todos los aspectos de nuestra vida, el arte, última frontera de la creatividad y libertad humana, está supeditado al yugo del billete verde.

Hirst junto a una de sus creaciones

¿Cómo ha sucedido esto? Es cierto que el arte (al menos el oficial) siempre se ha visto influenciado por mecenazgos, simplemente porque el artista tenía que vivir de lo que creaba, a la sombra de los encargos que sus "protectores" le encomiaban. Y, lo que es más importante, en épocas pasadas, una obra era juzgada como "buena" por su calidad técnica (cuyos parámetros variaban según la etapa artística), y, sin ir más lejos, por la emoción que el observador sentía al contemplarla (desde la serena religiosidad de El Greco a la límpida luz de Sorolla), y como último factor a valorar, se tenía en cuenta la firma. Hoy día la tendencia es justo la contraria: da igual la calidad o lo que se represente, lo determinante es la cotización que posee [o poseerá, en un futuro próximo] el autor.
De ahí que muchos digan que el arte ha muerto, pues pocas cosas son tan desoladoras como contemplar que algo que uno ama se ve sometido, de forma insultante y ofensiva, a la indiferente frialdad de los índices bursátiles.
Esta sodomización del arte ha alcanzado tal grado de tácita aceptación, que los propios "artistas" oficiales no muestran ningún reparo al asegurar que sus obras son realizadas por asistentes, como si de una fábrica se tratase:http://www.hoy.es/v/20120130/sociedad/damien-hirst-puntos-discordia-20120130.html

Una de sus famosas "Spot paintings"

Algo que ya visualizó Warhol en los años 60, con sus famosas "Marilyns" y "Latas de sopa Campbell's", y el hecho de que su estudio en la calle 47 Este se llamase "The Factory".

No obstante, el principal problema que se presenta en este panorama es la percepción que los propios "artistas" oficiales tienen de sí mismos y de sus obras: se ven como rebeldes, rompedores, creen que escandalizan al espectador con sus creaciones, que desestabilizan la mentalidad burguesa. Nada más lejos de la realidad; pues los de hoy en día no son más que una copia mala de aquellos verdaderos transgresores dadaístas de principios del s. XX, como Duchamp, Magritte o Picabia, auténticos subversivos que transformaron el panorama artístico de la época.
Artistas como Hirst, pese a que se empeñan en intentar mostrarse como lo que hemos expuesto, no podrán nunca igualarse o superar a los dadaístas, por la sencilla razón de que ellos mismos pertenecen a la burguesía actual; esa misma burguesía que trata de mostrar su "intelectualismo" mediante una casa con forma de cajas apiladas, una decoración fría e impersonal, un automóvil de última generación, unas gafas de pasta y una colección de frases que ni ellos mismos entienden. Y porque, francamente, sus "devaneos artísticos" ya no sorprenden a nadie; como mucho causan indignación, como la incógnita sobre la procedencia de los diamantes que cubren una famosa calavera, o lástima por la falta de respeto a la que son sometidos unos animales muertos y conservados en tanques de formol, para deleite de los coleccionistas, que ven en estos objetos una inversión segura para sus carteras de Bolsa.
Por suerte, no todo está perdido; en Gran Bretaña, EEUU y España están surgiendo nuevos movimientos artísticos que, hastiados de las desfachateces que nos suele ofrecer el estancado "arte oficial", insuflan aire fresco con un retorno a la estética inteligible de la tradición; uno de ellos, el Hartismo - Stuckismo, está consiguiendo numerosos adeptos en Europa. Ya es hora de un cambio, de un giro radical, del regreso, de una vez por todas, a la sensatez, a la belleza sin más trabas que la comprensión humana.

Porque, al fin y al cabo... "Ars gratia artis".

¡Hasta pronto! ¡No olviden dejar su impresión al respecto!

10 de enero de 2012

DE REBAJAS

Una vez que han pasado las tan idolatradas por algunos, y tan odiadas por otros, fiestas navideñas, los comercios comienzan a poner en práctica una de sus estrategias: las tan ansiadas Rebajas. Rebajas que sorprenden por la afluencia de público en estos tiempos.

Hoy me topé con el siguiente artículo de opinión, que traigo a colación por lo significativo que me parece para la presente entrada de este blog: http://www.diariodeavisos.com/2012/01/10/opinion/de-rebajas-en-el-corte-ingles-jose-carlos-alberto-perez-andreu/

Después de leerlo, cabe preguntarse: ¿hasta dónde llegan las ansias de consumo? Es [en parte] comprensible que, en fechas tan señaladas, la población acuda masivamente a adquirir artículos que el resto del año están marcados con precios prohibitivos [aunque también son igualmente adquiridos]. Lo que no queda tan clara es esa "necesidad" imperiosa por comprar, por consumir, de la que ya he hablado en otras entradas.

Los pilares de la sociedad. Georg Grosz, 1926

Bueno, en el fondo sí está bastante claro: crear un problema y dar una solución (poniéndole precio, claro está), es una de las tácticas del capitalismo moderno. Cualquier ser humano es manipulable; lo que varían son las técnicas y tiempo necesario para conseguirlo. Entre una población poco exigente, de nivel cultural escaso y nulo conocimiento del "problema", distribuir esas "soluciones" (casi siempre, ropa, accesorios o artículos de lujo) y embolsarse una generosa cantidad monetaria.

Todo esto, obviamente, no se menciona en los frívolos anuncios de este tipo de productos. Próximamente realizaremos un análisis acerca de la publicidad, donde apreciaremos cuestiones que probablemente nos pasan desapercibidas en la delirante fiebre del consumo.

¡Hasta pronto! ¡No olviden opinar!